miércoles, 30 de septiembre de 2009

sindrome del capullo

Busco palabras, la materia prima con la que construyo mis sueños. Se derraman imperceptiblemente sobre mis frases, los diálogos, los pensamientos... dejando entrever el rastro de herrumbre de mis actos. A veces me sirven para quemar historias, para restablecer lo venidero contra la fortaleza del vacío.
Hay días que me siento el memo mayor de la camada. Otros, logro reunir fuerzas y me siento menos ominoso. Y los menos, la autoestima es tan alta, que logro abrir los ojos y caminar sin más. Sigo creyendo que la realidad es tozuda y que, contra toda evidencia, la verdad no resplandece. (Y recalco que la verdad desnuda no es pornografía ni tiene ese efecto de atracción) A las mujeres dormidas se les puede decir la verdad, y aunque ellas no te escuchen te escuchas tú.
Por aquella palabra de más que dije entonces, trataría de dar mi vida ahora. ¿Qué culpa tengo yo de que no piensen las flores?

3 comentarios:

Wonder dijo...

T'estimes poc, poquísim, diria jo. En cap cas pots ser dolent, i si algú et fa sentir així, no facis cas, posa't la màscara i actua, no intentis donar explicacions a algú que no les entendrà. Últimament el vagó passa massa temps avall, intentarem pujar-lo a poc a poc, no ens entri vertígen. T'estim, ho saps.

Anónimo dijo...

A las mujeres dormidas? Y a las despiertas? Sólo podemos mentirles? Mira que luego nos acusan de machistas...
Antonio. El retonno.

Patricia dijo...

No sé si estás diciendo que eres un capullo o si realmente estás decepcionado. Si es lo primero, yo no lo creo, por lo poco que te conozco. Patri